jueves, 19 de febrero de 2009

Frio difuminado

Me dejo la voz gritándole a un desconocido que aún no se ha dignado a aparecer; pero entre exclamación y exclamación busco unos brazos que contraresten el frío que crece día a día en mí interior, persigo unos labios tiernos que me susurren palabras vacías para pasar el rato y unas manos que me recorran hasta altas horas de la madrugada porque cuando el sol vuelva a salir no habrá aventura que valga, seguiré gritándote y odiandote por no aparecer.

Llevo años repitiendo a diario la misma operación; no más de una noche seguida con el mismo, nunca en mi casa, no llamo yo a no ser que el aburrimiento pueda conmigo, no me encariño ni siquiera me acuerdo de sus nombres. Sí como lo lees,me acuesto como mínimo con 5 tíos a la semana y no tengo ni idea de sus nombres y si los veo por la calle es posible que no recuere ni sus caras.
Vuelvo a casa sudorosa después de una larga noche de placer con Mike o quizás era Bob y otra vez la rutina; una ducha y a la cama a esperar que sea de día.
¡Pip,pip,pip!El despertador, vuelvo a levantarme después de unas escasas horas de sueño; me pongo mi blusa fucsia, el traje negro, los manolos, una taza de café para el cuerpo y me encamino hacia mi nuevo caprichito, un deportivo plateado.
Conduzco por las anchas avenidas de la gran cuidad con el volante de mi flamante coche entre las manos, hasta llegar a la oficina; Eh!Sam coge las llaves y apárcalo.
Bajo del coche, subo al ascensor, planta 1,2,3..14. Se abren as puertas de metal y empiezo a caminar, acto seguido la gente me empieza a hablar: ¡Hola Jane!¡Smith ha llamado cuatro veces!¡Hoy es el cumpleaños de tu madre! ¡Te han llegado unas flores! decían las diferentes voces. Sigo caminando hasta llegar a mi despacho y cierro la puerta de cristal en las narices de todos mis recientes acompañantes; me siento en mi silla de cuero y llamo a mi asistente:
-Pasa y ponme al día, con todo ese murmullo no he escuchado nada de lo que me estaban diciendo; doble y sin azúcar gracias Sandra- y colgué.
Al cabo de dos minutos aparece mi nueva asistente alta, rubia y de ojos castaños con una gran taza de café en una mano y un montón de carpetas en la otra, abrió la boca y su estridente voz empezó a sonar:
-Hola Jane,¡tengo que decirte que hoy estás espléndida! Bueno empiezo: ha llamado Smith 4 veces para recordarte la cita de mañana para comer, tienes una reunión dentro de media hora para decidir que hacer con la portada de el número de esta semana, te ha llegado una ramo espectacular de flores que ahora te traigo, llevan una tarjeta; ah se me olvidaba hoy es el cumpleaños de tu madre así que acuérdate de llamarla. Aquí tienes las propuestas de cada departamento- dejó el montón de carpetas encima de mi perfectamente organizada mesa- ahora te traigo las flores- entro y salió de mi despacho en un abrir y cerrar de ojos- aqui tienes las flores-dijo con el ramo entre las manos.
Cogí la targeta que ponía: Esta noche te espero en el mismo sitio, Joe.
-Tíralas o quédatelas yo no las quiero, llama a Smith y dile que me acordaré, a la una y media en el restaurante. La reuníon aplázala diez minutos, tengo que hacer una llamada y lo de mi madre...cómprale algo bonito y envíaselo a casa sabes que el dinero no es problema.
-¿Entonces la llamo y le digo que no irás a cenar?
-Dile que..tengo una reunión importante y gracias no se que haría sin tí.
Se marcho sin decir palabra y me quedé otra vez tranquila en mi precioso despacho de diseño, empecé a girar sobre mi silla ¡que vistas más bonitas!
El día paso como siempre, reunión aquí y allá, decisiones para la revista más popular del país y por fin llego la noche; repetí el camino hacia el ascensor y volví a encontrarme dentro de mi precioso coche intentando decidir dónde cenaría. Arranqué el motor y acabé en un bar que habían abierto hace dos o quizás tres días, bajé del coche y el portero me dejó pasar nada más verme a pesar de la cantidad de gente que estaba esperando fuera. Era Jane Johnson, tenía el mundo a mis pies ¿que más podía pedir?. Se me acercó el camarero;
-¿Qué desea señorita?
-Una ensalada césar y una botella de agua muy fría.
-¿Algo más?
-No, gracias.
Al cabo de un rato me sirvieron la ensalada, me la comí poco a poco con la mirada distraída hasta que el camarero volvió a acercarse a mí.
-Señorita, el caballero de la barra le invita a esta copa- y me dejó un Martini en la mesa.
¿Dónde quedó la originalidad? pensé;todas las noches lo mismo...bah que más da si mañana no recordaré quien es.
-Dígale que muchas gracias-entonces levanté la mirada y le regale una sonrisas seductora; tardó cero coma tres segundos en levantarse de su taburete y un segundo y medio en estar de pie junto a mi mesa mientras me tomaba el Martini.
-¿Una mujer como tú cenando sola?-dijo el hombre sin nombre de la camisa azul
-Disfruto de mi compañía- dije mientras sonreía
-Soy Sam, encantado...¿y tu eres?
-Jane
-Bonito nombre
-Sam no está mal
-¿Te apetece que nos vayamos Jane?
-¿Por que no?
Otra noche más besándome con un perfecto desconocido en un callejón oscuro de la ciudad, decidiéndo si en su coche o en el mio entre beso y beso, hasta acabar conduciendo mi coche en dirección a su apartamento. Salimos del coche, nos encaminamos hacia la puerta y subimos a su casa, abrio la puerta a ciegas y una vez allí la ropa empezó a sobrar; su camisa, mi blusa, los tacones, sus pantalones, mi falda...allí estaba yo con mi ropa interior de diseño tumbada en la cama de un perfecto desconocido contemplando como éste me desnudaba y recorría mi cuerpo con sus labios. Otra noche más, llena de sudoroso placer, caricias prohibidas y remordimientos difuminados.
Mi única forma de no pensar en tu ausencia es saltar cama en cama, de reunión en reunión y de tienda en tienda porque tu ausencia me congela y ellos traen el calor que tu no me das.

Algunos me llaman fulana, otros mujer de hielo pero la verdad que ellos no conocen, yo tan sólo ocupo mi tiempo para borrar tu ausencia, el recuerdo que no has querido traer y que tantas noches he pedido.

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