sábado, 21 de febrero de 2009

Máscara

Llamo a mi máscara de carnaval veneciano una vez más porque hoy toca volver a disimular, el sol ha salido y toca regresar a la presunta realidad. A aquella en la que las calles se llenan de individuos aislados cuya mayor preocupación es su peinado o incluso su forma de vestir; bendita ignorancia exclaman algunos, desdichada insensatez si a mí me lo preguntan.
Vuelta a la monotonía, al estridente sonido del despertador, a las tardes cumpliendo con mis obligaciones, a los días fingiendo una sonrisa que no siento y a las horas preocupada por cosas que no entiendo. Pero después de esas largas horas de representación teatral inexcusablemente perfecta llega la noche y con ella esa faceta mía que algún individuo aislado conoce pero ninguno comprende puesto que es inenarrable, imposible de explicar y de ver a no ser que poseas esos ojos que aún estoy buscando y no he encontrado.
Letras escapando de mis dedos, imágenes reproduciéndose en mi cabeza, sueños creándose y destruyéndose con la velocidad de un pestañeo y una sensación de desgarro interno que por fin puedo expresar; un grito secreto guardado en mi pecho durante horas o quizás días, que consigue huir sin más

Mis escasas horas de libertad, mi sutil suministro de paz, mi yo verdadero emergiendo de la sombra y las lágrimas amargas que intento ocultar brotando de mis ojos con total normalidad. Soy libre, libre para ser quien quiera, para ser yo misma, para ser real.

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