miércoles, 5 de mayo de 2010

Fire.

Guardas un secreto que te apreta el pecho, que te destruye y consigue consumirte, te conviertes en una cerilla encendida sin mano que la sujete ni viento que la apague; finges que no hay fuego, que no hay problemas que realmente no te estás muriendo pero es mentira, segundo tras segundo te mientes a ti y le mientes al mundo. No te queda nada.
El único aspecto en el que nadie podía cuestionarte empieza a flaquear y eso sí que no puedes permitirlo; te duele, te duele ver que no todo está en tus manos, que no puedes controlarlo, que hasta eso se te escapa.
Estás sola, tienes amigos y amigas sí, pero estás realmente sola porque no hay nadie que mire la hora y se pregunte por qué aún no has dado una señal de vida, no hay quien se acuerde de ti o vaya a hacerte compañía cuando estás mala.
Te pintan la realidad de otro color o en el caso de que nadie lo haga ya coges tu los primeros colores que encuentres y te dibujas algo que no es cierto, es tan falso como las sonrisas que ensayas delante del espejo o las ganas de reírte a carcajadas que te inventas en cualquier momento.
Pero eres fuerte, deberías estar orgullosa; mirar atrás y ver lo que habías conseguido siempre había sido reconfortante…pero ya no te queda ni eso; porque lo ves a él, a ellos, recuerdas miradas y gestos y vuelves la mirada al frente, al presente, tu presente que se está escapando de tus manos niña, por muy fuerte que lo cojas y aunque hagas toda la fuerza del mundo para cerrar los ojos y no ver lo que pasa ¡se te escapa de las manos!
Y ya no puedes más, y te sientes vacía, vacía y sola.

No hay comentarios: