sábado, 7 de marzo de 2009

Suspiros.

No me hacen falta emoticonos para gritar a los cuatro vientos lo que llevo dentro, solamente me basta con los tic-tic rítmicos del teclado y las miradas intermitentes a la pantalla para comprobar si mi coordinación mano-ojo sigue siendo igual de penosa y que el corrector está haciendo los deberes como corresponden.
Esto es mi mundo, aquel al que a diario me transporto y aquel que compagino con mi día a día para no estallar como he dicho una y mil vece, entre estos cuatro márgenes.
Pero desde mis amaneceres hasta que las estrellas hacen su aparición tengo presente que me acompañarás en todo el camino, si tú me acompañarás e intentarás consumirme hasta llegar a vencerme pero no lo conseguirás aunque eso no quita que día sí y día también me acuerde de lo que has provocado en mí, y en lo que a fecha de hoy sigues provocando.
Me arrancas lágrimas y suspiros de impotencia porque veo como provocas un miedo en mí, ¿miedo a qué? te preguntarás; a coger el teléfono por si la vez que está al otro lado hace que recuerde lo mucho que la echo de menos, miedo a marcar el prefijo necesario y llamar a la gente que está en la otra punta del mundo, miedo a dormir durante el tiempo necesario para soñar con mi playa y mi casa, miedo o incluso pánico de ver a alguien por la calle que se parezca tanto a mi verdadero anhelo que la máscara se me caiga al suelo y mis dones para disimular se vuelvan inútiles.
Aparte del miedo o lágrimas de vez en cuando haces que el estomago me pese más y que mis movimientos sean más lentos, haces que mis pestañas tarden más tiempo en separarse hasta llegar al punto de no saber si estoy respirando o no puesto que el vacío me ha invadido; eso pasa al ver fotos, escuchar canciones o sentir olores tan familiares que mi cabeza los asocia automáticamente a una serie de imágenes o recuerdos que extraño tanto y que tan apartados tengo de mi cabeza a veces.
Es un acto inconsciente pero a veces evito el pensar lo que significas en mi vida puesto que ésta en sí marcha muy bien, el destino se ha solidarizado conmigo y me ha permitido tener en mi vida una serie de personas que además de amigos son una especie de familia, mi pequeña familia de acogida por así decirlo y espero que tú imponente y caprichosa como eres no consigas arrancarme a ninguno más porque en mayor o menor grado apareces y desapareces, danzas a tus anchas y te ríes a carcajadas de mí en mi propia cara y a la hora de contestarte ¡pum! ya no estás.

No hay comentarios: